Abajo todo lo TERRIBLE… y SONRÍE.

Muchos días hay gente que se levanta ya lamentándose de todo, llega al trabajo y todo es TERRIBLE: el exceso de trabajo, el teléfono que no para, los e-mails que se acumulan, prisas, agobios, gritos de unos, de otros, malas caras….. Todo se experimenta como algo TERRIBLE. Mucha gente que este leyendo estas líneas, puede decir, pues que personas tan ingratas, ¿No? Por lo menos tienen trabajo.

El caso es que hay gente que todo lo vive como una experiencia TERRIBLE, ojoooo porque si acabamos experimentando todo como TERRIBLE seremos presas de una depresión o de un trastorno de ansiedad.
El caso es que nuestros pensamientos, son el origen de nuestras emociones, de cómo sentimos, de cómo experimentamos cada segundo que vivimos.

No digo yo que saltemos de la cama como si fuésemos Heidi, ni que a cada bofetada pongamos la otra mejilla. Tan solo se trata de intentar racionalizar nuestros pensamientos y con ello nuestras emociones.

Veamos un ejemplo totalmente irracional…. La gente que trabaje con e-mails me entenderá… El otro día estaba hablando con un compañero mío, que depende de quién sea los e-mails, si son de alguien que te cae mal, eres capaz de ponerles a todos los e-mails un tono ofensivo. Nos echamos a reír, pero chorradas como estas tan irracionales pueden acabar colaborando con que tengamos un día TERRIBLE.

Y entonces, ¿Cómo evitar vivir un día TERRIBLE? No hablo sólo del trabajo, hablo del ocio, de la vida familiar, de las amistades, etc.

Para evitar un día TERRIBLE, lo primero de todo es evitar tener pensamientos derrotistas de todo lo que hagamos. Ojo, nos pueden salir las cosas mal, claro que sí, pero vivámoslo como un aprendizaje. Aprendamos porque algo nos ha salido mal y corrijámoslo.

Podemos hacer una tarta mal, pero si aprendemos que hemos hecho mal, mañana nos saldrá mejor y si practicamos incluso puede convertirse en nuestra especialidad.

Sé que hay momentos en la vida en las que muchas personas, no saben qué hacer, que están bloqueados. Pues hay un truco que de pequeños todos utilizamos y conforme vamos creciendo lo vamos olvidando. Se trata de la imitación. Fijaros si tenéis niños pequeños cerca, que cuando tienen entre tres y cuatro años imitan a sus referencias más cercanas, a su papas, a sus tíos, a su abuelos. Y lo hacen porque jugando con la imitación aprenden a vivir y crecemos así.

Cuando llegamos a cierta edad somos reacios a imitar a nadie, entre otras cosas porque la envidia en muchos casos evita darnos cuenta de las cualidades de otras personas que son dignas de admiración y como no, de imitación e interiorización.


Desde aquí, sugiero que la personas que en estos momentos se sientan bloqueados por múltiples motivos. Imiten a sus ejemplos a seguir, en pequeñas cosas, al fin y al cabo se trata de interiorizar habilidades positivas en nuestro día a día, que mejoran nuestra forma de pensar y con ello nuestras emociones.

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