<h1>Lo eres todo para mí, pero no quiero que seas el emperador de mi vida.</h1>

 

Cada vez más alargamos la edad para ser madres y padres, por múltiples motivos, pero esta circunstancia dibuja un panorama nada favorable para la educación de los más peques.

Conforme nos hacemos más mayores, pensamos más y más en cuál es el momento ideal para tener un hijo y sin darnos cuenta nos convertimos mamás y papás abueletes.

No es que perdamos facultades para criar, pero está claro que con 40 no tenemos la energía que teníamos con 28 o 30, ¿A qué no?

Toda esta situación hace que la mayoría de las parejas sólo tengan un único hijo y como es normal, si sólo tenemos un hijo, con la de tiempo que llevamos planificando su llegada, hacemos todo lo posible para que tenga todo lo que necesite y quiera. No queremos que sepa de la existencia de la palabra necesidad, queremos que además de ser feliz que piense que todo es fácil, que jamás habrá ningún problema. Sé que mucha gente dirá: Nooooooo!! Mi hijo sabe que sus papis trabajan duro para conseguir todo lo que tiene, pero en el fondo el mensaje que les damos a los más peques es: “No pasa nada, tú pide por esa boca que tus papis te lo van a dar todo”

Todo este panorama favorece la aparición del “niño emperador”

¿Cómo es un “niño emperador”?

El perfil de un Niño tirano o con Síndrome del niño emperador se caracteriza por ser un niño contestatario, inteligente, rápido, no acepta el límite de su autonomía y cuando no obtiene lo que desea se frustra y estalla.

Cuando son más mayores, los niños que padecen el Síndrome del niño emperador, pueden llegar a fingir que lamentan una situación o un hecho, cuando en realidad le da exactamente igual, está ausente de sentimiento para con sus padres y el resto del mundo. Son niños que se creen con derecho a exigir y recibir, lo peor es que este comportamiento puede terminar derivando en estado adulto a ser agresivos y violentos con sus parejas, amigos, se convierten en delincuentes y fracasados sociales.

Motivos que favorecen que un niño padezca el síndrome del emperador:

Existen múltiples causas: genéticas, familiares y ambientales que ayuden al desarrollo de este síndrome.

Carlos Peiró, psicólogo de la Unidad de Orientación a la Familia de la Comunidad de Madrid, menciona algunas causas que apunto más abajo:

- El abandono de las funciones familiares.
- La sobreprotección y sobre exigencia simultáneas.
- Los hábitos familiares determinados por la escasez de tiempo.
- La ausencia de autoridad.
- La permisividad y, sobre todo, la falta de elementos afectivos, como la calidez en la relación con los hijos. Se les educa más en otros entornos sociales que en la familia, algo que no ocurría hace tan sólo una década.

Ahora bien, estas no son las únicas causas que propicia que un niño sufra el síndrome del emperador, ya que, malcriar a un niño no guarda una relación directa en que se convierta en un niño agresivo.

Puede que malcriar a un niño, lo convierta en un niño vago, caprichoso e irresponsable, pero no en violento.

Quizás la clave esté en que estos niños son incapaces de desarrollar emociones morales como la empatía, el amor o la compasión, lo que se traduce en dificultad para mostrar culpa y arrepentimiento sincero por las malas acciones.

Consejos para evitar el síndrome del emperador:

1. Establecer reglas claras y explicar las razones de esas reglas.
 
2. Ser coherentes. El padre y la madre deben tener la misma opinión respecto a un problema.
 
3. Mostrarse persistentes respecto a lo que el padre y la madre hayan decidido.
 
4. No imponer un castigo que luego no se cumpla.
 
5. Supervisar todas las actividades de los hijos.
 
6. Procurar gratificar en vez de castigar.
 
7. En el caso de los niños más complicados y caprichosos, con quienes es difícil tener empatía, se debe intentar establecer una buena relación.
 
8. Otorgar a los hijos responsabilidades acordes a su edad, como recoger la mesa o llevar el pan.
 
9. No apartarles ni sobreprotegerles.

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