Hay cambios en la vida que nos
vienen impuestos por el propio paso del tiempo y por las distintas etapas
vitales que tenemos y debemos pasar.
En ocasiones puede que estemos
preparados para ellas y en ocasiones no.
Pero quizás los cambios que más
nos desequilibran en esta vida son aquellos no han sido planificados y vienen
impuestos, bien porque las imponen personas, que son relevantes en nuestra vida
y cualquier cambio en su vida, nos afecta o bien porque desaparecen de nuestras
vidas.
Es muy importante después del
shock inicial, aprender a vivir las emociones que acompañen a ese cambio y
sobre todo saber iniciar de cero, asumiendo el nuevo cambio que ha roto con una
rutina que formaba parte de tu vida.
Nos acostumbramos y pensamos que
nuestras parejas siempre estarán con nosotros o que nuestros padres son
inmortales, porque la idea de pensar que puede que algún día desaparezcan de
nuestra vida, nos duele.
Vivirán siempre en nuestros
recuerdos, porque han formado parte de nuestras vidas y como no de nuestra
historia vital.
Pero es muy importante, saber
encajar estos cambios y preparar el terreno para una vida, en la que estas
personas ya no forman parte de nuestro día a día.
Después de la muerte de un ser
querido o de la ruptura de una pareja,
se pasa un proceso de duelo inevitable, en el que las emociones son las
protagonistas de esa época. Es muy importante no esconder esas emociones,
porque son necesarias vivirlas. Esconderlas no sirve de nada y si las
escondemos, puede que se acaben convirtiéndose posteriormente en una psicopatología,
nada agradable.
Pero este duelo no debe alargarse
en el tiempo, sino que tiene que tener una duración limitada, que suele
terminar cuando se acepta que esa persona importante ya no formará parte de
nuestro día a día y aceptemos que gracias a lo vivido junto con esa persona
podemos seguir creciendo y evolucionando, porque nos quedan muchas cosas por
vivir.
Todas las experiencias que nos
marcan en la vida, aunque sean negativas y dolorosas, nos sirven para poder
seguir evolucionando y no tenemos que permitir que estas experiencias nos
bloqueen y no nos permitan avanzar.
No es mi intención comparar la
muerte de un ser querido con la ruptura con una pareja, no tiene nada que ver.
Pero, aunque estas dos
experiencias no tengan nada que ver entre ellas. Es cierto que el proceso de
duelo siguiente a estos dos sucesos es muy similar.
No es que me guste hablar de
cosas negativas, pero todos sabemos que no siempre es todo de color de rosa y
tenemos que aprender a encajar esos momentos negativos que son inevitables en
la vida, y debemos aprender a vivir, esa nueva vida que nos queda tras esos
momentos trágicos inevitables.
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